CUESTIÓN DE LOBOS

 

Ayer volviendo en coche a casa, disfruté del paisaje. Observando las montañas cortadas y contenidas por fuertes redes para salvaguardar la autovía de los desprendimientos, pensaba sobre una idea que lleva varios días martilleándome el coco ¿a qué lobo alimento?... estos últimos años he escuchado muchas veces esa pregunta, pero no sabía de dónde provenía. Tenía más o menos claro lo que quería decir pero siempre había una pieza que se me descolgaba cuando alineaba mis pensamientos. Y hoy he buscado el origen.

En relación al último tema que puse sobre la mesa la semana pasada, le veo una completa ilación. Realmente esas montañas han tenido que ser domadas a la fuerza para decir que NO, no deben desprenderse, deben ser contenidas para no dañar a nadie. Pues eso mismo es lo que debo hacer yo cada día, y a ti te lo recomiendo. Se trata de contener la emoción que me golpea sin consultarme y pasarla por el filtro de la razón. Comparable a las montañas recogidas por su red, que sólo dejan paso a las plantas que brotan y dan color sin dañar o ese polvillo fino que es arrastrado, como esos razonamientos que ya no son rudos y dolorosos golpes de cualquier sensación, buena o mala. Los extremos no me benefician. Ni a ti seguramente tampoco.

Una vez más, la observación me regala ejemplos para explicar acciones cotidianas. En la radio cuentan la muerte de otra mujer, no sólo la mató sino que la llevó a un lugar apartado y le prendió fuego. A este no le dio tiempo a escuchar al otro lobo y suicidarse, sólo escuchó a uno y se volvió loco. Pienso una locura, pienso en ella, ya no lo tiene que aguantar, ya no tiene que alimentar sólo al lobo bueno, y disculparle todo, mientras él alimenta al otro. Ahora ella descansa, sin ninguna culpa... se olvidó de sus derechos ¿o se los robaron sin permiso?

¿A qué lobo están alimentando ellas? todo el día contenidas, sin poder seguir el rumbo natural para el que fueron creadas podríamos pensar. Creo que el ejemplo nos puede funcionar, políticas aparte... muchos sabios dirían "depende del lobo al que alimentes las deriva será una u otra", y es verdad. Como también lo es la búsqueda del equilibrio, no podemos alimentar sólo a uno, pues seríamos demasiado mansos, demasiado adaptables, demasiado blandos. Pero tampoco podemos alimentar siempre al otro, pues la ira, la fuerza, el despotismo o la venganza podrían con nosotros. De modo que ahora lo entiendo mejor, señor sabio. 

Me pregunto si esa amiga nuestra que intenta calmar cada día a su marido nerviosillo, acariciándole las manos  mientras él le responde apretándole fuerte las muñecas y haciéndole un placaje hasta casi ahogarla a la vez que le grita que lo deje en paz, conseguirá dejar de alimentar sólo a uno de los lobos y alcanzará a ver la luz que necesita antes de que el placaje sea letal.

Y tú ¿a qué lobo alimentas? 

 

OBSERVACIONES COTIDIANAS (RM21)



 







 

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